jueves, 29 de julio de 2010

Hiroshima

Hiroshima

El agua de la bahía hoy es clara
Aquí, la última esperanza me llama.
En húmeda madera recaen los peces.
En húmeda madera se queda el silencio.

Ruido gobernante, aceras pobladas de máquinas.
Gente, cansada gente, humillada gente.
No habrá muelle para mi descanso.
No existirá banco otoñal en que duerma.

El andar ya se encuentra agotado, y
El bastón se lo ha llevado el mar.
Los clarines del amanecer estremecen, queman.
Dos soles en el horizonte, dos amores olvidados.

¿Qué hay en el vuelo de aquel pájaro?
¿Qué hace extender sus alas en el viento?
¿Qué milenaria montaña anido tu huevo?
¿Qué luz ahora nos convierte en polvo y sal?